A Dios rogando y con el mazo….

A veces lastimamos a quienes amamos porque pensamos equívocamente que ellos necesitan que se les "enseñe una lección", cuando realmente queremos castigar. Esto está prácticamente aplicado con lo que dice aquel famoso refrán “A Dios rogando y con el mazo dando”, el que implica que hay gentes que viven arrodilladas rezando y salen de ahí para darle a alguien duro, bien sea física o verbalmente, hiriéndolo en lo profundo de aquel afectado. Un caso bueno para citar es aquel que habla de que alguien es “Luz de la calle y oscuridad de la casa “, lo que implica que lo de él o ella es apariencias no más, ya que en el lugar adonde mejor puede practicar la paciencia, la comprensión, y la tolerancia, es precisamente dentro del calor del hogar.

Obras son amores y no solo buenas razones lo cual nos conduce a reflexionar que tenemos que estar seguros y convencidos que nuestra mano izquierda no borre lo bueno que haga la derecha, implicando esto que es importante en la vida no aparentar ser sino realmente serlo. Ser o no ser, esa es la pregunta, lo que nos lleva a la clara conclusión acerca de que nuestros pensamientos y comportamientos sean en lo posible homogéneos precisamente para evitar que hagamos daño a alguien o que también nos lo hagan a nosotros. Empatía y adaptación a las realidades de la vida, requieren de nuestra parte excelentes niveles de compostura.