Hace unos años le escuche a un exiliado cubano una frase que tengo bien grabada en mi mente la que a la letra dice “Nos cazaron con la mentira y luego nos obligaron a vivir con ella; por eso nos duele tanto cuando nos dicen la verdad “. Y es que el reconocer que se esta equivocado es privilegio más bien de pocas personas, las que con tal proceder siempre estarán en un plan de crecimiento personal.
Siendo gerente
financiero de una empresa canadiense con una filial en Bogotá, aplique algo que
había aprendido en mis previas experiencias bancarias y ello consistía que,
cuando aplicaba para un crédito en un banco , era importante preparar la
presentación que acompañaba a la solicitud en un lenguaje que los banqueros
entendieran y que por tanto de tal manera ellos se identificarían con lo que se
les relataba, ya que , como dicen por ahí, se les contaban las cosas en un
lenguaje bastante mejor de escuchar para ellos. Con tal procedimiento y sin dar
datos financieros inexactos o no veraces, en un solo termino estaba diciéndoles
lo que querían y necesitaban oír y por tanto el porcentaje de prestamos
aprobados fue bastante alto.
En las interacciones
con otras personas es frecuente chocar, puesto que muchos se molestan cuando se
les dice la verdad sobre algo equivoco y que afecta a los demás. Por ejemplo, cuando
alguien se pasa un semáforo en rojo y queda a punto de causar un grave
accidente, si el afectado con su imprudencia le dice algo, el inculpado de
inmediato se considerará inocente y reaccionará incluso en forma agresiva,
dando a conocer ciertas señales con los dedos de la mano que no son las más
agradables que digamos.
Decir la verdad a otro
sobre una acción equivocada es importante, así como recibir la
retroalimentación hacia uno también, siéndolo igualmente fundamental decirlo en
forma asertiva y cortes y no ofensiva. De lograrse esto, sería bien posible que
muchos de los conflictos se solucionaran y de tal forma se alcanzaran las
mejoras que situaciones diversas requieren.