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Tuesday, November 16, 2021

Se nos vino el mundo encima

Creo que nadie está exento que de un momento a otro le pasen cosas que no esperaba y en las que, dada su gravedad, parece que el techo se les estuviera derrumbando, mejor dicho, que el mundo se les estuviese cayendo encima. Esto es común en muchas personas y situaciones, teniendo en cuenta que en muchos casos no podemos hacer nada para evitar la incomodidad y, porque no decir, la asechanza de lo que nos está pasando ¿Y la solución para el hecho que nos atormenta cuál es? Solo dos, y estas son tener calma y fe, de forma tal que Dios se encargue de aquel futuro cuyo desenlace no podemos en el momento predecir para dedicarnos a lidiar en el presente con el asunto en cuestión, pidiéndole también a El que nos asista y guie en tales circunstancias.
Por eso resulta mas que conveniente evitar que nos “panda el cúnico” tal y como lo recomendara en los años setenta el célebre comediante y libretista Roberto Gómez Bolaños en su inolvidable serie “El Chapulín Colorado”. Resulta en tales estados entonces muy necesario el poder combinar la calamidad con la serenidad, evitando de esta forma que el agite nos impida pensar adecuadamente para afrontar y quizás también resolver, la situación que nos agobia.

El amor es así…

El amor es así no se puede saber cuándo llega, se dice en la hermosa melodía de los setenta, en la cual se exalta tan bello sentir. El amor es un hermoso sentimiento comparable con mil actos de bondad. De ahí que Jesús proclamara al amor como el más valioso mandamiento e insistiera en que nos amáramos los unos a los otros como él nos ha amado. En la célebre película “Su Excelencia “, el célebre comediante, Mario Moreno “Cantinflas “, le dice a la asamblea de las naciones que el mundo había entendido mal ese bello mensaje de nuestro Maestro de Galilea, y que lamentablemente lo practicaba equivocadamente como “ armaos los unos contra los otros “
¿Y de dónde viene ese afán del mundo por destruir en vez de amar y construir? Esto surge de la ambición desmedida colmada de egocentrismo y codicia, en la cual el afán de acumular riquezas a todo costo, sin importar cuánto mal se le puede hacer a los demás, lo que ocurre precisamente cuando tales características se destacan tristemente por encima del amor, la empatía y la solidaridad, las que son sin duda ninguna las verdaderas amigas de la paz y la concordia.

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