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Saturday, April 26, 2014

Preso de su propia carroña

Cuando alguien perdona , después de haber sentido gran odio, se siente liviano, libre, mejor en todos los sentidos, dándose cuenta en ese momento que creía tener, a aquel a quien detestaba, como un prisionero con las cadenas de su pensamiento , cuando a la luz de la verdad el que estaba preso era este, quien por tiempos alimentaba tal rencilla.

Por eso esa bilis que se destila con el odio, a quien realmente hace daño es al individuo que la posee, ya que con ella se desatan torrentes de desagrado y de deseos de revancha que en variadas ocasiones ni siquiera tocan física o emocionalmente a su oponente.

Libre es pues aquel quien no alberga rencores de ninguna clase, permitiéndose de esta forma andar con paso alegre por el grato mundo de la serenidad, en el cual no muchos deambulan, puesto que en no pocos casos resulta más fácil atribuir a los demás la culpa de nuestros propios sentimientos y con eso disfrutar malignamente de la oprobiosa carroña del resentir.

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