“El hecho que Dios nunca
se quede con el cambio o las vueltas, como decimos los colombianos, me confirma
que, cuando damos sin condiciones, de una u otra forma , recibiremos algo para
atrás y en no pocas veces con creces. Es
re- confirmar que, cuando damos sin esperar nada a cambio, los réditos nos
llegarán tarde o temprano.
El dar esperando que
nos devuelvan algo, generalmente multiplicado, es una fantasía solamente y no se
acerca mucho a la realidad, puesto que ello sucede relativamente poco
ocurriendo situaciones en las que ni siquiera recibimos un simple gracias, o
signo de apreciación.
La parábola de los diez
leprosos en la que solo uno se devolvió luego de ser curado para agradecer a
Jesús después de tan asombroso y excepcional milagro, confirma que la
ingratitud data desde hace muchísimos años y que lo mejor que podemos hacer al
dar es no esperar nada a cambio, quitándonos de esta manera innecesarias
frustraciones y resentimientos.