Y es que los charlatanes muy pronto se descubren, precisamente por eso, aunque algunos resultan tan hábiles que su manipulación puede durar un rato más de lo esperado. De ahí que se acostumbre a decir que quien mucho habla también mucho yerra.
Carlos Enrique Hoyos Salazar solía afirmar que “el silencio era más elocuente que la palabra”, lo cual contenía sabios contenidos de prudencia y humildad. Por ello, al mejor estilo de Lidita Jaramillo, hay que repetir con claridad “es mejor callar que locamente hablar.