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Saturday, August 22, 2020

¡¡¡Huy que susto!!!


Hace unos años conocí a un ciudadano que se auto apodaba Juan Sin miedo, pues según el señor había vencido el miedo y por tanto era prácticamente invulnerable. El caballero alardeaba hasta mas no poder con su sobre nombre, mientras la gente lo observaba entre sorpresa y admiración.  



Un día cualquiera D. Juan Sin Miedo llamo a alguien que él consideraba su amigo para decirle que la noche anterior habiendo peleado con su mujer le había gritado diciéndole “me voy de fufurufas “, lo cual realizo al pie de la letra, olvidándose que su condición de adicto le recomendaba el no tentarse con esto pues tarde o temprano saldría derrotado.



El dialogo entre los dos amigos se desarrolló así: mira estoy vuelto “chicuca” pues después de haberme ido, disque a desahogarme y divertirme, me metí tremendas “pea” y “embalada” y ahora estoy aquí sin un peso en el bolsillo y en pánico por enfrentar la realidad. Por tal motivo llamo para decirte que me voy a suicidar pues la adicción me está matando y la vida no vale la pena.






¿El amigo del famoso Juan le dijo, sabes campeón? Porque no me dices donde estas que paso a recogerte para que nos suicidemos juntos. El “pisco”, tan vaciado que estaba, no pudo más que “totearse” de la risa por tal exabrupto e inmediatamente darle la dirección para que lo recogiera y luego le acompañara a llegar a su casa. En este caso, ya no sintió miedo, sino pánico, por las consecuencias que, luego de su loca rumba, le tocaría enfrentar.



Por lo anterior no hay que descartar que podemos tener miedo pero que, si estamos bien, esto es en plena conciencia, y libre de componentes externos y dañinos podremos, con la ayuda de Dios, un Poder Superior, tal y como cada cual lo conciba y de otro ser humano con el que tengamos empatía, superar ese agobiante sentimiento logrando así concluir en que un miedo enfrentado con la necesaria ayuda podrá ser convertido en harina de otro costal.

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