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Saturday, March 29, 2014

Y si perdonáramos?

El valor al perdonar y el valor al reconocer íntimamente y ante otros nuestros errores es parte de un proceso de vida en el que se requieren dos componentes muy importantes. El primero tiene que ver con la honestidad, no solo hacia nosotros mismos, sino al mismo tiempo con respecto a los demás, proceso en el cual la integridad, no solo brilla por luz propia, más a la vez se convierte en un verdadero pilar en nuestras vidas, actitudes, y comportamientos.

El segundo elemento está basado en la humildad, aclarando en el punto que ella es independiente por sí misma y que nada tiene que ver con la humillación o el creerse menos. Esto se deduce claramente definiendo a la humildad como la aceptación de la verdad, lo cual tiene que ver con lo que uno en realidad es, sin aumentos ni disminuciones, entendiendo que la persona es realmente humilde desde el mismo momento en que lo experimenta en su interior y que empezará a dejar de serlo cuando de una u otra forma decide pregonarlo a los demás en búsqueda quizás de un reconocimiento que es a todas luces innecesario.

Viviendo entonces en integridad y humildad, generaremos la posibilidad de perdonar a los demás los errores o agresiones que cometan, y al mismo tiempo inducirá la capacidad para perdonarnos por nuestras propias faltas, lo cual facilita el desarrollo de una existencia libre de resentimientos que solo a caminos equivocados conducen.


CAPERUCITA MORADA Y EL EGO FEROZ
RICARDO TRIBIN ACOSTA
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