Mi mente está ubicada en una caja de espacio y tiempo hecha de tal
manera que no puedo hacer una proyección real de lo que hay más allá de allí,
de lo ilimitado y lo eterno. Lo que asumo y acepto lo hago en virtud de la fe,
la cual ha sido aplicada por siglos por aquellos que llegaron a creer.
Traigo a
colación la historia de San Agustín, uno de los grandes teólogos de la
humanidad quien se reventaba los sesos tratando de descifrar el misterio de la Santísima
Trinidad, y quien estando un día sentado en una playa contemplando el mar se
encontró a un pequeño niño echando agua en un huequito que había abierto en la
arena.
Al gran
filosofo le llamo la atención esto y entonces le preguntó al niño acerca de lo
que hacía. Este le respondió que estaba pasando toda el agua del mar hacia ese
hoyito. Agustín le dijo entonces: mira hijo, pero esto es imposible. El niño lo
miro y le dijo “primero yo lograre poner todo el mar aquí que tu descifrar el
misterio de la Trinidad“.