El orar implica hablarle a Dios, como se hace con un
excelente y cercano amigo, con sencillez, humildad y sinceridad, lo cual es
diferente al rezo de algunos, en el que lo que se hace es repetir y más repetir
ciertas plegarias que algunos conocen, muy cercano a como si fuéramos unos
loros.
En la meditación podríamos recibir algún tipo de respuesta,
aunque ella no necesariamente llegue o resulte ser la que esperamos, para lo
cual es bueno que vigilemos el que no sea nuestra mente la que en realidad nos
hable. Sin embargo, la mejor de las respuestas resulta en que, cuando meditamos
, el principal derivado será poder tranquilizar nuestras mentes, preparándonos
de tal forma a afrontar las diversas situaciones que se nos presenten en la
vida.