Hoy por hoy resulta bastante común el “sacar el bulto “buscando
de tal manera evadir la culpa de un hecho por uno causado y por consiguiente la
responsabilidad por los resultados negativos, derivados ellos producto de
equivocadas o de malas acciones. Vemos por ejemplo a personas que estrellan a
otras en sus carros y lo primero que hacen es echarles la culpa a los otros,
creyendo así que se salvaran de las consecuencias.
Precisamente presencie hace unos años un accidente en el
que hubo de todo. Alguien venía manejando a velocidad moderada por una vía
principal cuando de pronto, desde una alterna en la que quien por allí conducía
debía ceder el paso, surgió una jovencita, sin licencia y sin seguro, y arremetió
contra el otro. La sorpresa e incomodidad inicial surgieron, mientras se
esperaba la llegada de la policía, pasando estas de castaño a oscuro, ya que un
transeúnte, cuando esta apareció le contó al agente que en su concepto la culpa
había sido de la muchachita quien había violado la señal de pare. Y para que
fue esto, la niña irresponsable, no solo negó su responsabilidad, sino que la
mama de aquella que al momento llegó empezó a insultar y tratar de basura al
testigo, solo por haber este dicho la verdad.
Una persona expresaba que es conveniente comprar culpas solamente
a precios de mercado, lo que indica que hay que ser equilibrados cuando nos
equivoquemos, sin minimizar los hechos de los que se es responsable, pero
tampoco sin exagerarlo hasta puntos ilógicos y absurdos. Equilibrio y justicia
en el proceder resultará entonces el camino más equilibrado e indicado a seguir
en cualquier momento.