Necesidad urgente que me devora el alma, dice el bello
cantico que habla de tener sed de Dios. Por eso es por lo que Dios se vuelve
una gran realidad cuando existe la necesidad de Él, sucediendo esto
precisamente en los momentos en los cuales nos sentimos solos, decaídos, llenos
de temor y entonces, tal y como lo diría un famoso filosofo contemporáneo, solo
existe una salida y esta tiene su nombre propio: Dios.
Cuando nos desesperamos porque lo vemos todo turbio,
perdidos en un problema y aunque seamos creyentes o cuasi creyentes, clamamos
al Cielo reclamándole a Dios por su abandono, El entonces con amor nos responde:
Hijo, en estos momentos en los que equívocamente crees que te he dejado solo es
cuando, aunque tu no lo notes, te estoy cargando entre mis brazos.
La Fe ideal no es exactamente la que nace del desespero,
aunque esta, con tal que surja en la solución, también es bueno experimentarla
puesto que, aunque no nos guste mucho que digamos, el dolor es la piedra que
fundamenta las estructuras de nuestro crecimiento mental y espiritual. Lo
importante es tener esa Fe que mueve hasta montañas, aunque sea tan diminuta
como un granito de mostaza, pensando a la vez que ella nazca de nuestro
interior aun en aquellos momentos diferentes plenos de paz y armonía.