Tormentas hay por todas partes. Algunas son de vientos, otras de pandemias, algunas más económicas, familiares, laborales comunitarias y hasta sociales. Nuestro mundo está en crisis y lo más complicado es que no nos damos suficiente cuenta de lo que sucede.
Hablando de cualquiera de las tormentas que
circundan nuestras vidas, en no pocos casos nos damos cuenta que a veces los
resultados no dependen de nosotros mismos pero si la acción que pongamos al
respecto. Es en esos momentos que tendremos que dejar las cosas en manos de
Dios cuando detectemos que nuestra capacidad humana es limitada lo que nos hace
de una u otra forma vulnerable.