Hacer las cosas bien implica que haremos lo que nos toca hacer ya que la mediocridad implicaría dejarlas en la mitad de camino. La perfección o el perfeccionismo no es lo que estamos pregonando, más si la búsqueda de la excelencia para lograr que lo que hagamos sea bien, poniendo en todo momento lo mejor que esté a nuestro alcance.
La procrastinación, esto es dejar las cosas
para después, es el mejor ejemplo de no hacer las cosas bien. Es precisamente
dejar para mañana lo que tengamos y podamos hacer hoy, esperando que ellas ocurran
como por arte de magia, cuando el hacer implica acción y el no apartarnos de
ella será el camino para ejecutar bien lo que nos toca.
Una tarea hecha a medias es similar a una no
ejecutada ya que o se es o no, puesto que, si pensamos, por ejemplo, entregar
un reporte en el trabajo sin haberlo terminado esto equivaldrá a no haberlo
realizado. La búsqueda de la excelencia requiere entonces compromiso de nuestra
parte con lo cual ello será el dar un paso firme y hacia adelante.