Tanto los deportistas como muchísimas personas quieren
siempre triunfar en sus actividades. No resulta raro escuchar que algunos se
proclamen triunfadores y otros perdedores puesto que en las gestas alguien
tiene que ganar. Ese empresario promisorio es un gran emprendedor y un
triunfador, se afirma cuando a alguien le va muy bien. Sin embargo cuando las
cosas le resultan al revés, algunos lo desprecian, puesto que para ciertos
personajes el mundo es solo del triunfo material.
Ser invencible es un privilegio que algunos quisieran
mostrar. Es posible, aunque a veces la gente lo ve como algo muy difícil y
hasta inalcanzable. Soy el más grande, el mejor, el más bello, decía un
boxeador de peso pesado en los años sesenta, dando un mensaje que se entendía
como que nadie lo podría derrotar, hasta que se le apareció un David que
derribó a este Goliat, dando con ello al traste con su aparente invencibilidad.
¿Entonces no se puede ser invencible? La respuesta es sí,
mas no como el mundo lo quiere y pregona. El ser invencible se aplicaría más a
la parte interior, en la cual la persona puede ser invencible o no frente a sus
deficiencias emocionales, Si y solo Si, cuando junta a Dios, la Fe, y la Acción.
En tal caso estará venciendo a todo aquello que lo agobia, empezando por sus
defectos de carácter o pecados capitales, actividad que para lograr su objetivo
deberá emprenderse en todo momento y un día a la vez.