Que bueno resulta para bastantes el estar pendiente de los
resultados de unas elecciones, cualquiera que ellas sean. Preceden estas de las
consiguientes campañas, algunas con mas entusiasmo que las otras, diversas
también en grados de agresividad e intensidad, amen de amistades y relaciones
que se acaban debido a la intensidad en los debates, no tanto entre los
candidatos, pero si entre sus seguidores.
¡Aquel es el mejor, No! el mío es superior; si, pero es que
el suyo es esto o aquello; que va el suyo es peor, pues su pasado y presente lo
muestran con muchos defectos y errores. Mejor dicho, la descarnada de los
oponentes se vuelve algo espantoso, en un proceso en el cual no existen para
nada ni la consideración y mucho menos la privacidad.
Y que pasa después de que los seguidores se hayan dicho hasta “ mu “, producto en buena parte de sus malsanos procederes basados sobre todo en la ignorancia ¿. Pues algo bien simpático, siendo esto que algunos de los líderes que se opusieron entre si días, meses, o años posteriores se dan abrazos de reconciliación y los que guerrearon, incluso con sectarismo, se quedan sin poder decir palabra, y por tanto no les queda mas alternativa que bajar la guardia y avanzar sin excusas también hacia la reconciliación.