Hace unos años conocí a un personaje que sin haberme visto
antes a los pocos días me adoptó como algo suyo y empezó a decirle a personas
comunes que yo era el hermano que aquel nunca tuvo. Ello duró poco pues pronto
el caballero “peló el cobre” y resultó , no siendo ni hermano ni mucho menos
amigo, ya que su interés no estaba basado en un buen y desinteresado
sentimiento, sino en la perniciosa intención de ver que sacaba de beneficio
para el de una supuesta relación “ fraternal “ que , como lo dije antes, había
empezado hacia muy poco.
Por la experiencia anterior me cae muy bien recordar una
frase de Benjamín Franklin en la que con mucha sabiduría expresaba que un
hermano puede no ser tu amigo, pero un amigo siempre será tu hermano. Por esto
y por un buen número de casos en los que me he enterado de las acciones hipócritas
de aquellos “lobos cubiertos con piel de oveja” que te desean impactar
especialmente a través de la falsa bonanza y de la adulación, es que creo en
aquel refrán que dice que no podemos escoger la familia, pero si a nuestras amistades.
Líbrame Señor de las aguas mansas que de las torrentosas me
cuido yo, lo que sería interesante aplicar por ejemplo cuando uno tiene una
posición de jerarquía en una empresa pronto se encuentra con aquellos
subalternos que respiran lealtad por todos los poros, la cual desaparece cuando
uno sale del cargo que ocupaba. Amigos son muy poquitos y a veces ni se cuentan
con los dedos de la mano y por ello a estos es que vale la pena conservar.