Conocí hace unos años a un señor que vivía a diario alardeando
acerca de lo bien que lucía, lo cual le hacia pensar que era, como las damas
dicen, un “papasito “, sin en verdad serlo, pues tenía sencillamente una figura
común y corriente. Estando en el pasillo de su trabajo se encontró con su jefa
y, para que ella supuestamente le admirara su “esbelta “figura, empujó
fuertemente para adentro su barriga. Estando en esas la señora le dijo: mire
fulanito, le recomiendo que respire, puesto que, si no lo hace, podría
sucederle que estallara por detrás….
¿Y del chisme y de la criticadera qué? Bueno, ello es bien
desagradable por la calidad y cantidad de veneno que conlleva, el cual se
aplica desde la lengua cual serpiente venenosa, con el ánimo de hacer daño a
los demás. Por ratos son exitosos en sus malévolas y tareas y disfrutan de su
perverso accionar. Sin embargo, como dice el refrán, “primero cae un mentiroso,
o un chismoso y criticador “que un cojo “, y es entonces cuando les tocara
pagar las consecuencias de sus viles y bien desagradables procederes.