Sea culto y será bien atendido era un lema que se colocaba en muchos establecimientos en mi tierra natal cuando yo era niño, el cual implicaba la importancia del buen comportamiento y adecuado lenguaje cuando requeríamos algo con la ayuda de una persona que allí trabajaba.
Un amigo que siempre se distinguía por ser muy
bien educado recordaba la transformación de algunas personas cuando requerían
algo en un almacén, las cuales no solo pedían, sino que prácticamente exigían,
basados solo en el poder del dinero. Cuando el lio se armaba por la grosería
del eventual cliente, en no pocas veces el gerente debía solicitarle a quien
manejaba tan desagradable proceder que se retirara de alii de inmediato y se
llevara su mal comportamiento lejos del lugar.