Esta es la historia de un tipo que detestaba los sándwiches de boloñesa pues almorzaba en su trabajo todos los días con ellos y esto lo tenía cansado hasta la cumbamba. Como el hombre se quejaba permanentemente un día alguien, también fatigado de escucharle decir lo mismo, le comentó que porque no le pedía a su esposa que los cambiara la comida por unas raciones variadas. El caballero lo miró con disgusto y le contestó: “No puedo pedirle nada a ninguna esposa puesto que soy soltero, y además yo mismo me los preparo”.
Este corolario conlleva mucho de insanidad y porque no decir de realidad, ya que hay seres humanos que les gusta tropezar con frecuencia con la misma piedra, sin que el deseo de cambio les sorprenda en sus hábitos de vida. Precisamente alguna vez conocí a un hombrecillo quien trabajaba en un hotel y cuando la gente le preguntaba que había de nuevo este, con enfado, les respondía: “La misma tontada de siempre”.
Uno es entonces y hace de su vida lo que decide, proceso en el cual no hay excusa alguna para errar repetitivamente ya que, por el libre albedrio, cada cual tiene la posibilidad de pensar y actuar como desee hacerlo, siendo el resultante malo o bueno, en proporción directa a como cada persona determine alcanzarlo.
