A un ciudadano de nombre Temístocles lo tenia loquito una
tal Esperanza. El hombre era muy querido, de muy buena presencia, y excelente persona.
Solo le faltaba algo y esto era el billete, ya que el ciudadano que, aunque era
profesional, vivía apretadamente de su sueldo, y por tanto era poco lo que le
sobraba.
Al pretender a Esperanza vio en ella la “niña de sus ojos
“, y a esta no le fue tampoco para nada descartable la posibilidad de
relacionarse con alguien bien parecido y poseedor de un titulo universitario.
Todo iba bien hasta que el caballero en mención decidió un día salir con
Esperanza y, como no tenía carro, pues el dinero que devengaba aun no le
alcanzaba para esto, fue por su posible amada a recogerla, luego de haberse
transportado en bus.
Mija, como se le ocurre meterse con un tipo así, dice su
amiga más cercana. Es un “limpio “. Estando con esa duda se le apareció a la
joven un “ man “ de billete, y con la cantaleta de su consejera, dejo al pobre Temístocles
mirando para el techo, para quedarse con el rico, de nombre Eurípides. Triste
historia mas real y actual, ya que hay personas que pierden sus esperanzas por
meterse con Esperanzas como esta, para las que el refrán que mas les atrae es
aquel de “amigo cuanto tienes, cuanto vales “, sin importarles la clase de
“joyas “ que a veces escogen por el solo hecho exclusivo de tener billete.