El Regreso del Yo que Quisimos Dejar Atrás

Hay instantes en la vida en los que, sin darnos cuenta, comenzamos a alejarnos de aquellos principios que una vez abrazamos con fuerza, esos que nos guiaban como una brújula en medio del caos. Es el salir a buscar horizontes inciertos y en bastantes casos plenos de problemas. Tal vez por cansancio, por presión externa o por el simple descuido de no nutrir nuestra alma, tomamos desvíos pequeños, casi imperceptibles hasta que un día despertamos y nos encontramos cara a cara con nuestro viejo ser. Ese ser que creíamos superado. Ese que caminaba con los bolsillos llenos de temores, reacciones impulsivas y viejas heridas sin sanar. Era ese que se escondía tras máscaras para sobrevivir, no para vivir. Cuando nos desviamos de nuestros principios, brotan como maleza esas costumbres del pasado que tanto esfuerzo nos costó erradicar. Reaparecen las dudas, los juicios, la ansiedad por controlar lo incontrolable. Es andar en el rescate de nuestros verdaderos valores.

Y es ahí cuando comprendemos que los principios no son ornamentos espirituales, sino raíces vitales. Son el ancla que evita que la tormenta nos arrastre hacia quien ya no queremos ser, sino mas bien el recuperar nuestros valores abandonados debido a nuestra miopía espiritual. Pero también hemos aprendido algo: ese viejo yo no regresa para condenarnos, sino para recordarnos. Para mostrarnos dónde dejamos de cuidarnos, dónde soltamos lo fundamental. Y entonces, con humildad, podemos volver a comenzar. Porque no se trata de no caer, sino de recordar siempre el camino de regreso a casa: a nuestra esencia, a valores olvidados, y a lo mejor de cada cual. https://ricardotribin.blogspot.com/ Miami, octubre 27 de 2025