La serenidad no solamente es sentirse en libertad
durante la tormenta, sino también sentir paz dentro de ella. Entonces en un cataclismo,
en un huracán, en un tornado, o en algo similar, ¿se podrá estar en calma?
Indudablemente si, aunque para ser sinceros no es tarea fácil.
La paz llega cuando nos entregamos a Dios,
cediendo nuestra voluntad y vidas al cuidado de Él. Cuando esto se logra
navegamos en aguas calmas, así el mar este picado ya que estamos aceptando que
ese Poder Superior que nos ha acompañado desde nuestro nacimiento sabe que es
lo mejor para nosotros y por tanto mejor piloto no podremos encontrar en
nuestras vidas.
Dios es mi copiloto decía un slogan que estaba
pegado en la cabina de un avión chiquito que un capitán usaba para transportar
pequeñas cosas y para llevar pasajeros a sitios adonde no había aeropuertos.
Eso está bien dicho, aunque yo parafrasearía con un claro y preciso mensaje más
profundo “Dios es mi piloto “.