Hoy en día y por siempre, especialmente cuando se tiene
mucho dinero, éxitos, y “linaje “, ciertos personajes se inflan tanto que
parece que se fueran a reventar. Son aquellos que miran por encima de la nariz
a los demás y se creen los amos y señores del universo. Esperan que la gente
les rinda pleitesía y por ningún motivo aceptan una opinión que no sea la
propia, ya que también se considera dueños de la verdad.
Pobres ilusos, diríase, ya que cuando las vacas gordas
pasan y llegan las flacas, es ese el momento en el que, no solo deben enfrentar
la vida tal como es, pero sin esas armaduras materiales que tanto les inflaron
sus egos, sino que a la vez muy pocos amigos se encontraran en el camino, pues
los que aparentemente lo eran, hoy les aplican con displicencia e inercia, el
mismo “chocolate“ que aquellos antes preparaban y que sin compasión a otros
repartían.
Que les toca entonces hacer ¿Bien sencillo: siguen siendo
como antes tan fastidiosamente eran o, frente a realidades inobjetables, les
tocará tragarse su propio orgullo y, si quieren volver a empezar luego de sus
derrotas, intentar hacerlo, ya no con orgullo desmedido, pero si con buenos
componentes de aceptación y humildad.