Dios, El Poder Superior, El Gran Arquitecto del
Universo, y diversas denominaciones más, según cada cual lo conciba, nos
conduce a que Él sea en varias oportunidades una realidad cuando tristemente
surge como producto de una gran necesidad o apuro.
Y es que el hombre, basado en su intelecto, arrogancia, y mental
ignorancia, a veces rechaza la presencia y la existencia de Dios sobre todo
cuando está lleno de éxitos en su vida material. Lamentablemente ello no es
poco ocurrente y trae sus sorpresas en los momentos en que se les puede voltear
la moneda para pasar de tal estado al de los fracasos, tal y como los denomina
el mundo.
Cuando llega el sufrimiento y en nosotros prácticamente nadie
cree, en tal momento el ego se revuelca y resiste, solo hasta cuando llega el
límite del dolor y es entonces cuando se halla como alternativa el clamar a
Dios, el cual no necesariamente responderá, como uno mundanalmente pida, pero
si con la pausa y la calma que conducirán a un mejor vivir y a una paz poco
imaginadas, lo cual facilitará al afectado encontrar nuevos y mejores
horizontes.