Estando de viaje en una oportunidad me encontré
en un lugar adonde una señora estaba sentada y no había muchas sillas
desocupadas. A su lado había puesto su cartera en una vacía cuando entonces apareció
una mujer hosca con mirada de calavera y le increpo desagradablemente diciéndole:
“ quiero sentarme allí adonde esta su
bolso “. Su cara parecía la de un tigre enjaulado queriendo quizás con ello
infundir temor cuando lo decía.
La primera dama entonces de manera amable, pero
firme, le respondió: con gusto lo hare si me dice la palabra mágica, ¿Y esa que
carajos es? Muy simple: diga “por favor “. La otra bufaba como un toro y quedó irritadísima,
mientras que la primera se sentía satisfecha de haberla puesto en su sitio. En
tal instante alguien, quien presenció la escena afirmó: Definitivamente las
cosas serian mejores si se trataran con más respeto y educación y no como la
mujer que tan desagradablemente le pidió a Ud. el servicio de manera tan descortés.
Es indispensable entonces, en procura de una mejor
comunicación con los demás, que al solicitar algo empleemos el sencillo término
“por favor “y al recibirlo digamos con humildad “gracias “. De proceder así
podremos tener la garantía de dar y recibir todo con mayor respeto y así evitar
problemas desafortunados en nuestras vidas.