Quedé clavado

Si solo tienes un martillo, ves cada problema como un clavo. Esta célebre frase de Abraham Maslow me recuerda que, para salir adelante de varias situaciones delicadas que a veces nos ocurren y a la vez, para no quedar clavados, como dice el antiguo refrán, hay que desglosarlas y empezar a resolverlas una por una, y en un momento por cada momento. Que angustiante y atosigante resulta ser el que queramos resolver todos los eventos que nos ocurren de inmediato, olvidándonos que todo toma su tiempo y que igualmente tenemos a ratos que acudir a mas de un recurso, como en la frase del martillo para que el mismo no nos devore.

Recuerdo con simpatía que, siendo adolescente, asistí a un partido de futbol, deporte en el que, como es sabido, se despiertan en no pocas ocasiones diferentes sentimientos entre ellos el de agresividad, lo cual lleva a los protagonistas a darse de moquetes, incluso por eventos insignificantes. En tal juego un fanático se agarró con varios de sus rivales y después de haberle dado en la jeta, como se dice en el argot popular, a dos de ellos empezó a clamar “cuantos quedan, ¡ah!”. No soy amigo de elogiar aquello que genere violencia y menos estos espectáculos grotescos en eventos deportivos, aunque creo que lo que el boxeador quería decir es, ya le di a dos, y ahora que se venga el próximo. El axioma es entonces que todo en la vida, así sea en el nefasto enfrentamiento a base de trompadas, hay que llevarlo experimentando cada momento, paso por paso.