Queriendo hacer lo que nos da la gana

En la muy conocida ranchera “El Rey “, llevada al estrellato, tanto por su compositor, como por diversos destacados cantantes, en una de sus estrofas con no poca altivez se dice “Con dinero y sin dinero yo hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey “. Uy que miedo, diría Pedro Rímales al escuchar tal desafío, pronunciado con la absoluta certeza de que se es prácticamente el dueño del mundo. Tanta vanidad, tanta hipocresía, si el cuerpo después de muerto pertenece a la tumba fría, tal y como bien se expresa en una conocida trova Boricua, compuesta como un claro elogio a la humildad, la cual es sin duda alguna es la mejor de las posturas para evitar que nuestro ego salga en plena carrera incontrolada, tal y como sucede con un caballo desbocado, cuando se asume equivocadamente que somos los dueños del mundo.

Por lo anterior es bueno evitar en nuestras vidas subir como palma para luego caer como coco, evitando de tal forma que la depresión arribe a nuestras vidas después de un tropiezo, lo cual precisamente ocurre cuando Dios deja de hacer mi voluntad, para entonces imponerse la real Voluntad, cual es la de nuestro incomparable Rey de Reyes.