En la cárcel del rencor

Somos prisioneros de nuestros propios resentimientos, expresión muy poderosa que nos recuerda el gran daño que hace a los demas y a nosotros mismos el permanecer en el rencor y aplicarlo, bien sea a otros o incluso a nosotros, lo cual no es nada escaso que digamos. ¿Pero cómo así? ¿Y es que también podemos atacar nuestra integridad?, pero pues claro, diría alguien con humor, y con mucha verdad, ya que en no pocas ocasiones, cuando sentimos rabia, la aplicamos también contra nosotros, lo cual se refleja cuando las personas fuera de control tratan de romper muros dándoles puños y patadas.

Y también cuando lo es hacia otros pues resulta muy malo ya que ello trae inusitada violencia para lo cual no debemos olvidar que la violencia trae mas violencia, formándose embrollos bien grandes en contra de la integridad de los protagonistas, y con no pocas consecuencias. Por lo anterior resulta oportuno recordar que el perdón abre la puerta para liberarnos del rencor, y que, cuando ello lo logramos, la conclusión será la llegada de la paz, en la cual sin duda alguna nos conviene vivir en vez de la zozobra que traen aquellas disputas en su gran mayoría innecesarias.