Es mejor callar que locamente hablar

Es mejor callar que locamente hablar, así lo expresaba mi inolvidable “Erguelita”, Lidita Jaramillo, de quien aprendí y grabé tan valioso aserto. Lo anterior perfectamente enmarca en la afirmación de que en las relaciones personales nada vale tanto como la moderación de la lengua y la pluma, o sea que es bueno cerrar la boca en vez de hablar o salirnos del teclado de la computadora antes de enviar un desacertado correo electrónico, para así evitar dejar heridas las que, por más que se traten de reparar, no será posible. La ofensa es equivalente al papel arrugado el cual después de que se estruje es prácticamente imposible devolverlo a su estado original, aunque le pasemos una plancha por encima, puesto que mal causado, en no pocas ocasiones no tiene reversa, así pidamos perdón en una y mil formas.

En su preciosa balada “Tierno “, el maravilloso cantante de los setenta, Cesar Costa, dice que “Te he mandado tantas flores, que me dicen tus amigas que tu casa parece ya un jardín “, lo cual no ha servido de mayor cosa ya que, una vez hecho el daño, arreglarlo quizás no vaya a ser posible, o al menos tan pronto o fácil como queramos.