Seguimos Haciendo Lo Que Sabemos Debemos Hacer?

En el bullicio cotidiano y la velocidad con la que transcurre la vida, a veces olvidamos revisar una pregunta fundamental: ¿Sigo haciendo las debidas cosas que yo sé hacer, sea lo que sea? No se trata de grandes hazañas ni de actos heroicos, sino de esas acciones sencillas, profundas y constantes que brotan del corazón cuando uno está conectado con su propósito. Seguir haciendo lo correcto, lo noble, lo que aporta —aunque nadie lo aplauda o lo note— es una forma de honrar el camino y a mi Ser Superior. Pero hay otra dimensión que muchas veces dejamos de lado: ¿Me tomo la molestia de compartir mis bendiciones con otras personas? Claro que sí porque aquello que no se comparte, se pierde. La fe es una llama que se aviva cuando se entrega. Las bendiciones no se acumulan, se multiplican al regalarlas.

Quizás hoy sea buen momento para hacer una pausa y mirar hacia adentro. ¿Estoy haciendo lo que sé que debo hacer? ¿Estoy compartiendo lo mejor de mí con otros? La vida nos llama, no tanto a ser perfectos, sino a ser fieles. fieles a nuestras convicciones, a nuestra fe, a nuestros talentos, y al amor que podemos brindar.