La terapia de la calma

Creo que es más que común el pasar en la vida por momentos de desasosiego que pensamos nunca acabarán. Es la tormenta en medio de un vuelo o la espera ante un examen o un resultado, lo que nos desespera. La espera no es fácil, a menos que veamos las cosas desde otro punto de vista. En estos momentos cito el caso de un individuo que necesita ser atendido en un consultorio médico abrigando la esperanza de que ello sucederá pronto. Lo que la persona no calcula es que el tiempo no es el suyo sino el que le corresponde y que por tanto, el desesperarse, no conduce a ninguna parte, excepto a la ansiedad.

Lo interesante de las esperas, cuando las observamos y medimos de una manera diferente, es que ellas son tan solo por un rato y no para toda la vida, siendo necesario internalizar para ello la conclusión de que, nada en la vida es permanente, y que un evento, por difícil o demorado que sea, también pasará. Por lo anterior, ante la expectativa de la espera, lo mejor es adoptar una actitud de calma, procurando apreciar el momento tal y como este llega, sin desesperos, angustias, ni frustraciones, sino manteniendo paz y serenidad. No es fácil pero estoy convencido que si se puede.