La generosidad vale la pena

Se preguntaba y cuestionaba así mismo alguien acerca de si la generosidad valía la pena. La respuesta venía cuando entendía que esta era aquel regalo que no exige nada a cambio. Es entonces cuando llegamos a la perfecta premisa en la que no se espera ver recibido el favor que se ha otorgado ni tan siquiera que se le ame por ello. Hablando de ser generosos una buena pregunta a hacernos sería: ¿Es esta la perfección?, no necesariamente, más si un buen camino para alcanzarla. Y como se logra esto en un mundo lleno de egoísmo? Simple y llanamente practicando el magnífico principio de dar sin esperar nada en reciprocidad.

La idealidad de la existencia se vuelve realidad cuando ensayamos una y otra vez que la generosidad no demanda necesariamente el retorno del detalle dado. Si el mundo de hoy llegase a tal estado no tengo la menor duda que las ambiciones, la avaricia, y demás desperfectos humanos, perderían automáticamente su razón de ser.