Qué baratos son los nietos

El hablar de barato no significa en este caso referirse a algo de mala calidad. Por el contrario. La referencia tiene que ver con lo que el escritor de comedia Gene Perret afirmaba cuando expresaba “Qué baratos son los nietos! Les doy mis monedas y ellos me dan millones de dólares de placer”. En tales condiciones el negocio es redondo para el abuelo ya que, sin duda ninguna, la felicidad no tiene precio, y los nietos vaya que si saben darla y de qué manera.


Un letrero decía “Lo que pase en esta casa es entre la abuela y yo”, implicando ello, con socarrona sugerencia, la solidaridad “abuelil” con los nietos, los que por su travesuras cometen errores como los de romper o derramar cosas, situación que en la conciencia de los abuelos tiene más tolerancia con los pequeños, que en el mismo hogar paterno.


Un abuelo es capaz de dar y recibir el amor incondicional que tanto se anhela y pregona, sin que ello implique que los hijos puedan descargar la responsabilidad de educar y criar a sus críos por entregársela a los abuelos. Es amar, pero no alcahuetear, lo que se debe buscar en la relación, padres, hijos, y abuelos, en procura de sanas y concordantes relaciones entre los unos y los otros.