Quien no ha tenido la dura experiencia de ver
pasar por encima a un huracán, sobre todo los de categorías cuatro o cinco,
quizás no comprenderá mucho lo que esto representa. En el caso particular mío
viví Andrew a comienzos de los noventa que fue durísimo, pero también
experimente el paso del huracán Irma, este no tan fuerte, pero que en mi
concepto causo más destrozos sobre todo posteriormente en el terreno emocional
de los cuales no me sane al menos hasta ocho días después de su ocurrencia.
Estos eventos, aunque duros, no lo son tanto como los huracanes interiores que en ocasiones vivimos y sentimos, ubicados en nuestra mente, con severas secuelas emocionales y físicas. Son ráfagas de alta intensidad que nos azotan inmisericordes, las cuales se manifiestan a través del Comité Mental o La Loca de la Casa, que habitan en nuestro mundo de sensaciones, y que sin piedad en ocasiones nos agobian.
Dios es el ojo del huracán adonde estoy protegido en medio de la tormenta interior de la que estoy hablando, ya que, en el momentos de tener contacto con nuestro Creador, todas esas tormentas se aquietan, especialmente en ese lugar emocional del cual , con su ayuda y guía podremos salir, y el que vemos como infranqueable.
13 comments:
Y de esos avatares, amigo Ricardo, nadie está libre, ni siquiera los que vivimos por esta zona del mundo donde los huracanes físicos no existen. ¡Nos basta y sobra con los terremotos!
Abrazo.
Los huracanes interiores también hacen mucho daño pero al igual que los otros, tienen que acabar un día. Nada es eterno mi fiel amigo. Un gusto como siempre reflexionar al leerte. Saludos amigo.
Bien Ricardo, hoy de dejas un relato lleno de metáforas que no sin nuevas para casi todo ser humano. Todos, unos más y otros menos, atravesamos huracanes emocionales que causa frustraciones en el alma; más como bien dices y dices bien, acercándose uno a Dios, es huracán va perdiendo fuerza y uno recobra esa paz que nos faltaba.
Me ha gustado leerte, gracias por compartir tus sentires.
Un abrazo y mi inmensa gratitud.
Se muy, muy feliz.
Qué bien que hayas podido salir de esas pruebas generando paz con tus reflexiones. Abrazos
Lo has descrito muy bien.
Un abrazo.
Viviendo en Puerto Rico me tocó pasar por tres huracanes : Eloisa ( 1975) David y Federico (1979) es una dura experiencia pero los "huracanes" interiores también lo son
y me han tocado unos cuantos, el más duro de todos en 1980 también en Puerto Rico. Gracias a mi fe en Dios los he ido superando y me han hecho más fuerte.Saludos
como bien dices Ricardo no hay mejor proteccion contra cualquier huracan que el Creador ya que nos da la paz y serenidad para evitarlos ,estupenda meditacion recibe mis saludos y un fuerte abrazo . jr.
Ricardo, sin restar importancia a las que nos azotan físicamente en el clima, las tormentas y huracanes emocionales pueden ser todo el año, porque a veces llegan sin avisar.
Un abrazo.
Esto es fe, verse protegido incluso en la adversidad, más aún en ella.
SAludos.
Así es Ricardo, solo Dios es nuestro refugio, bendiciones, un abrazo
Dios y su amor nos salva de todos los males, si hay fe y amor para nuestros semejante, y amor para Dios, gracias.
Abrazo
El que confía en Dios y tiene viva la fe sortea cualquier tormenta.
Un abrazo.
Excelente !
Muy cierto y profundo tu escrito, solo de las manos de Dios podemos enfrentar las adversidades de la Vida,
No es menos cierto que nacemos unidos al dolor y debemos entenderlo pero nuestra condición humana es la que nos lleva a pensar y desear la felicidad y no querer enfrentar el dolor.
Cristo aceptó una muerte en cruz por nuestra salvación y tuvo que sufrir y morir para resucitar vivir, y nosotros estamos hecho a su semejanza excepto en el pecado.
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