Si la fe sin ejecutorias ni obras no es mayor cosa,
entonces, la buena voluntad sin acción es también irrelevante. Estas dos
aseveraciones me llevan a creer que en la vida se necesita algo más que las
buenas intenciones puesto que, en un mundo de tanta competencia, se requieren
resultados y no tan solo promesas.
Lo anterior se aplica en los comportamientos, en las
relaciones personales, familiares y hasta en la vida laboral, para solo citar
unos pocos casos. Si voy a viajar, el deseo y la creencia deben complementarse
con el presupuesto necesario, la disposición de los fondos, y los trámites requeridos,
incluyendo las fechas y medios aéreos y terrestres que sean necesitados.
Si quiero progresar en un trabajo, me toca “camellar “con
eficiencia, puntualidad, disciplina y entusiasmo, así como realizar la
capacitación complementaria que me demande la posición que ocupo. Lo anterior es
bien importante puesto que “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente “y,
si no nos ponemos las pilas, las oportunidades que se nos presenten, quedarán
disponibles para otro miembro del grupo.
Y con respecto a las relaciones familiares y personales,
resultará pertinente que nos ocupemos sin egoísmos de cultivarlas ya que como
sucede en un plantío agrícola, si a este no se le da riego, tarde o temprano
termina secándose, con la concluyente perdida para el cultivador.
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