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Sunday, January 14, 2018

Jorgito, el caballo del hipódromo

Hace unos años cuando existían el hipódromo de Techo en Bogotá y el juego del cinco y seis a nivel nacional, recuerdo que uno de los caballos que allí corría se llamaba Jorgito, memoria que me ha quedado grabada en mi mente desde entonces. Recuerdo a la vez que para poder comprarme mi anhelada enciclopedia Tecnirama entre a trabajar a esa empresa con horario ubicado los sábados entre las diez de la noche y las tres de la madrugada, revisando los formularios de quienes habían apostado por uno o por otro alazán, en un juego que por eso se llamaba cinco y seis, ya que tanto el cinco como el seis ganaban premios, siendo el valor mayor el afortunado ganador de este último.



Mi anécdota sobre Jorgito me lleva a recordar aquello de que si una persona te dice “tú eres un caballo “bien vale la pena incomodarse, al menos la primera vez. Si esto se repite con alguien diferente, quien también te llama caballo, pues bueno, bueno, habrá incomodidad, y ya un poco de asombro. Y si por desgracia una tercera también te dice caballo, no queda sino una sola alternativa: ponerse una montura y salir raudo a cabalgar.





El corolario de lo anterior es que miremos con atención lo que somos para no caer en la tentación de creer que representamos algo diferente, a veces inflado con complejos de superioridad, cuando la realidad es que cargamos a nuestras espaldas grandes sensaciones de inferioridad las cuales no detectamos y,  si lo hacemos,  pues tratamos de ocultarlas con falsas máscaras y desvirtuadas apariencias.

14 comments:

Macondo said...

“Si un hombre te dice que pareces un camello, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate al espejo” (Proverbio árabe).
Un abrazo, Ricardo.

Sandra Figueroa said...

Hola Ricardo....bellos recuerdos y buen consejo al leerte......Cuídate mucho.

Ligia said...

Bonita anécdota para reflexionar sobre esa verdad tan "verdadera"... Abrazos

Manuel said...

¡Que bonita palabra, la humildad!, lo que sucede, es que casi nadie se ve su joroba.
Y ejemplar, lo que cuentas de la enciclopedia, y como debe de ser, comprada, con el sudor de tu frente.
Un fuerte abrazo, querido Ricardo.

Recomenzar said...

que no lo querían, como él quería ", es de común ocurrencia.

Bien expresado!!!!

Ricardo
tu eres un entrenador dale dame las respuestas en mi blog....desde tu punto profesional sería interesante que te explayaras en esto .¿qué se hace ante un caso así?
te espero mil gracias

quizas podamos aprender de ti

Recomenzar said...
This comment has been removed by the author.
CÉU said...

Hola, querido amigo Ricardo!

Tus textos tienem siempre mucho interesse y contém ensinamentos.

Me ri com a anedota de Jorgito, el caballo. Cada qual veste su carapuça, sabe su valor y no deve dar atenção aquilo que dizem. Normalmente, quem diz que fulano es como isto ou aquilo, es que sofre de complexos y no lo citado.

Grata por tu visita y carinhoso comentário.

Abrazo de vida y luz.

Kasioles said...

¡Fuera máscaras!
Una entrada muy interesante.
Feliz semana.
Cariños.
kasioles

Jose Ramon Santana Vazquez said...

la vida es puro cabalgar en el mar se sus oceanos Ricardo lo bello es no naufragar ,es una encantadora anecdota ,recibe un fuerte abrazo . jr.

CHARO said...

Nunca me gustaron las máscaras, me gusta que las personas se presenten cómo son aunque no me agraden. Hay personas con un complejo de superioridad tan grande que estoy convencida que en el fondo es un complejo de inferioridad tremendo el que tienen y que quieren ocultar bajo la máscara de la superioridad.Un saludo cordial

Recomenzar said...

Gracias por tu respuesta Un abrazo

Anonymous said...

Muy buen relato!

Me ha ilustrado lo que Dios va haciendo con nosotros, en la oración, poco a poco...nos quita las mascaras. Esto es lo que hace precisamente la oración honesta ante Dios, remover todas nuestras inseguridades, prejuicios, complejos de inferioridad y superioridad, etc.

Nosotros, debemos a aprender a mirarnos con los ojos de Dios. Esto tiene que ser nuestro único espejo; no las modas, no la televisión, no lo que dicen los demás a nuestro alrededor. El problema es, que establecemos nuestra auto-imagen (autoestima) en frivolidades y productos que lo único que nos ofrecen, es eso: ¡MASCARAS! Mascaras acumuladas por los años, de nosotros mismos y de los demás.

Nuestro valor, auto-estima e imagen, debe ser extraída de una sola realidad: Somos hijos de Dios, somos hechos a su imagen y semejanza, somos únicos e irrepetibles y somos amados con un amor que no nos ofrece ningún producto o ser humano en el mundo. Con esto en mente y sobre todo en el corazón, permitamos a Dios quitar nuestras mascaras, hasta encontrarnos con quien realmente somos en la persona de Cristo.

Dios lo bendiga. Un abrazo fraterno

Rafa Hernández said...

La humildad, la honestidad y la sinceridad son los valores más preciados del ser humano. Quien los esconde tras una máscara, y los hay que lo hacen todo el año, sin ser carnavales; es mala gente.

Fuerte abrazo Ricardo.

Marina Filgueira said...

¡Hola Ricardo!!!

Muy bueno e interesante es este texto que nos entregas para nuestro deleite, es una buena lección de vida con argumentos posibles; si que hay de todo en la viña del Señor. Inflados soberbia que se creen superiores… Ufff! ¡A esos se le ve el plumero rápidamente! Miran a uno por encima del hombro: mas yo que soy muy chula me paseo por donde se pasean ellos, con esta cara que Dios me dio, sin ningún complejo de inferioridad ni superioridad tal cual soy, nadie es más que nadie y el que crea lo contrario, lo compadezco. Ha sido un encanto leerte, gracias por compartir tu forma de pensar y sentir.

¡Buenos, me has sacado un sonrisa, jaja con lo de los caballos! ¡Jó, nada de ponerse una montura, eh! Igual confunden a uno…

Te dejo mi gratitud y estima, un abrazo y se muy -muy feliz.

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